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No somos tan diferentes, después de todo.

Ellos juegan los mismos juegos que nosotros. Hay más en juego pero las reglas son las mismas.

Nadie llama a un hack un exploit cuando se trata de nación contra nación.

En su lugar se dice “una enorme campaña de ciberespionaje”, por parte de “actores amenazadores de alta sofisticación”.

Los EEUU quedaron rekt como cualquier otro.

Una serie de ataques continuos nos lleva a descubrir que un agresor externo ha estado espiando los correos electrónicos de la Hacienda de los EEUU durante varias semanas. El agresor logró entrar en la plataforma interna Microsoft Office 365 del gobierno de los EEUU vía actualizaciones de software de la empresa informática SolarWinds.

Durante este tiempo la empresa de ciberseguridad FireEye también fue blanco de un ataque, que los llevó a lanzar esta declaración.

Consistente con un esfuerzo de ciberespionaje de nivel estado-nación, el agresor principalmente buscó información relacionada con algunos clientes del gobierno específicos. Aunque el agresor fue capaz de acceder a unos de nuestros sistemas internos, a este punto de la investigación no hemos visto evidencia de que el agresor extrajera datos de nuestros sistemas principales que alojan datos de clientes que provienen de nuestro incident response o consulting engagement. Ni metadatos recolectados por nuestros productos en nuestro dynamic threat intelligence systems.

Los EEUU culpan a Rusia, quien negó las acusaciones, usando las redes sociales para afirmar que “Rusia no conduce operaciones ofensivas dentro del dominio cyber.”

Es un duelo acalorado entre dos poderosos del mundo. Un pleito generacional que, a pesar de su severidad, deja a los dos lados abiertos a la sátira mientras ponen su dignidad a un lado para participar en un concurso internacional de dick swinging.


Esta serie de hacks es sintomática de la erosión del poder que los gobiernos e instituciones actualmente enfrentan.

La tecnología está nivelando el campo de juego, y la fuerza absoluta ya no es la manera más eficiente de desestabilizar a tu oponente. Grupos pequeños de hackers pueden atacar a grandes organizaciones y causar daño colateral a una economía entera.

Guerras sin fin ya se luchan online, en donde los países se encuentran permanentemente a la defensiva en contra de un enemigo intangible.

APY negativo

Año tras año al ciudadano que financia nuestra ciberseguridad nacional le rinde menos su dinero, y la fachada de seguridad se desvanece.

Junto con los gobiernos, las organizaciones envejecidas de las finanzas centralizadas también son sujetos de los “cyberattacks”, alguien que ha visitado un mercado darknet habrá visto lo fácil que es comprar FULLZ - detalles robados de tarjetas de crédito y documentos de identidad.

Estas son las herramientas del estafador tradfi, quien se gana la vida dentro del 1-2% del margen de pérdida aceptable de los bancos.

SWIFT, The Federal Reserve, The Bangladesh Bank robbery; no son sólo las finanzas descentralizadas que caen víctimas de los hacks.

Donde las instituciones tradicionales pueden esconder sus faltas, sus contrapartes DeFi no tienen opción aparte de enfrentar sus errores y trabajar por la redención. Esto acelera el ciclo de progreso, ya que nada queda escondido, y aprendemos en público.

Las décadas por venir verán “cyberattacks” repetitivos hacia los gobiernos y corporaciones financieras, erosionando la confianza que hemos puesto en ellos durante tanto tiempo. Las megacorporaciones seguirán existiendo, pero su jurisdicción se reducirá conforme el consumidor global reconsidere sus opciones.

TradFi, DeFi o la Fed, si dejas abierta una puerta trasera, vas a terminar rekt.



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